Casi me parto la caja al escuchar por la radio que un tal Mulas, todo un doctor en economía por la universidad de Cambridge, profesor en la Complutense y director de la Fundación Ideas, ese garito que se montaron los socialistas para competir -a la hora de ingeniar chorradas- con la FAES del PP, acaba de ser pillado en un marrón de lo más tonto gracias a los últimos cuatro despidos que realizaron en dicha organización. Está comprobado que no hay nada como quitarse de en medio a unos cuantos curritos para que salgan a la luz pública los chanchullos y ahora que la encuesta de población activa está a punto de rozar los seis millones de parados, parece que el número de ponzoñas que asedian a los jefes crece de tal manera que no dan abasto.
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La última carroña, la de Mulas, viene a demostrar que los artículos que iba publicando este personaje en la revistilla del "think tank" socialista debía inspirárselos el mismo espíritu de Cervantes, porque ni los premios nobel de literatura cobran tres mil euros por la colaboración. Tampoco se trataba de algo excepcional, porque haciendo cuentas debió de publicar más de quince, embolsándose cincuenta mil euros en total. Hay que contabilizar aparte lo que ya cobraba como director, cerca de cinco mil al mes, y (your atention, please) los más de cincuenta mil anuales que facturaba a la fundación socialista mediante su propia empresa, Storylines Projets, dedicada a la creación audiovisual y literaria en todas sus formas.
Quien llena un folio de palabras ya está colaborando con la empresa que se los publica, así que Mulas igual era en el fondo un entorpecedor. O sea, alguien que recibe un dinerito sin estar debidamente registrado. Por lo común, los colaboradores entregan su documento de identidad y su número de cuenta corriente para los ingresos, a los que restan los impuestos pertinentes. De modo que Mulas, para no dar el cante de estar cobrando una nómina y además unas pingües colaboraciones, se inventó un ser vivo. Como suena. Desconozco si también se inventó una cuenta y un dni pero a la persona que firmaba los escritos y a la que iban destinados los pagos, denominada Amy Martin, nadie llegó a conocerla nunca, al menos hasta hoy. Hoy mismo acaba de tomar cuerpo, en el más concreto sentido de la expresión, hasta transustanciarse en una escritora, una tal Irene Zoe, a la postre compañera sentimental de Mulas, la cual salió en defensa del director de la Fundación Ideas cuando se enteró de que lo habían puesto de patitas en la calle.
Todos conocíamos las aventuras de la Fundación del PP, la FAES, que recibe del erario público casi veintisiete millones de euros anuales. Quien más quien menos había visto la serie inconclusa de Rubicon llegando a interpretar que un "think tank" funcionaba como un gabinete estratégico, un instituto de investigación y en definitiva como una panda de espías. Pero los laboratorios de pensamiento peninsulares tienen muy poco que ver con la CIA o la NSA, ni siquiera con el CNI, actúan más bien como las casas de Tócame Roque, donde reina la confusión y los tejemanejes. Veremos que nos deparan, en materia de corrupción, tan brillantes negocios.